Muchos ríos y embalses de Andalucía están habitados por peces
gigantes, y es en la última década y media cuando la pesca deportiva
tomado conciencia de su existencia. Sólo la sofisticada y noble técnica
del carpfishing, importada de Inglaterra y el entorno europeo, ha sido
capaz de hacer aflorar semejante fauna de nuestras masas fluviales.
Quince años atrás, el pescador andaluz aún creía que debía enfilar la
carretera de Extremadura y lanzar sus artes a fondo –con cebos de habas
cocidas, mayormente– al mítico embalse de Orellana para sentir en la
puntera de la caña el tremendo empuje de una carpa de más de 10 kgs.
Pero la aparición de la Peña El Carpón, sociedad especializada en esta
técnica bautizada popularmente con el nombre del cebo en el que se
sustenta, el boilie, y con miembros repartidos por toda la comunidad,
contribuyó a abrir una ventana de par en par a las profundidades de
nuestros embalses. Tras ellos, son muchos los aficionados sureños que
han incluido en su equipamiento los populares montajes de anzuelos tipo hair
–pelo– para ir a capturar, fotografiar y, posteriormente, devolver al
agua los más grandes y hermosos ejemplares de carpas comunes, carpas
royales y barbos que habitan las aguas fluviales andaluzas. Bellísimos
animales, siempre resabiados y desconfiados, que sucumben a las
tentaciones del exquisito boilie. Porque Andalucía es el auténtico
santuario nacional de los ciprínidos gigantes. Sólo hay que saber
buscarlos.
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